
Entre especies vegetales y hongos existe una conexión por una especie de tuberías que les permite compartir nutrientes para su crecimiento y, además, el hongo es capaz de avisar a la planta de posibles amenazas. Estas conexiones se conocen como Wood Wide Web.
Cuando vemos una seta en el campo tan solo estamos viendo la parte aérea del hongo. Lo que no vemos de este ser vivo se encuentra bajo nuestros pies, una cadena de células alargadas llamadas hifas, que se extienden a kilómetros de distancia.
En muchas ocasiones estas hifas se unen a las raíces de alguna planta, formando las micorrizas, un vínculo que es muy favorable para ambos individuos de especies tan diferentes. En esta relación, el hongo cede a la especie vegetal nutrientes difíciles de obtener por el árbol, como el nitrógeno o el fósforo. A cambio recibe parte de los azúcares sintetizados por la planta en la fotosíntesis. Especies como el abeto de Douglas establece una relación con incluso más de 1000 especies de hongos.
Lo más curioso viene cuando la conexión no solo se queda entre el hongo y la planta, sino que se ha descubierto que las especies vegetales son capaces de recibir los productos de la fotosíntesis de otra planta, incluso de especies distintas. Explicado con un ejemplo, esto es como si el alimento que te sobra a la hora de la comida pudiera llegar hasta una ardilla del Parque del Retiro, por medio de un mensajero que recibe una parte de este alimento a cambio.
Marcel van der Heijden, ecólogo de la Universidad de Utrecht (Holanda), asegura que «no solo se transmite el alimento, el hongo también se encarga de suministrar a las plantas sustancias químicas que les haga resistentes a situaciones de estrés, como las sequías, la depredación o el ataque de patógenos«. Por tanto, podemos decir que se encargan de mantener a su amigo con vida para poder continuar beneficiándose de él: egoísta y bonito a la vez.
Esto no acaba aquí, además esta simbiosis es una gran herramienta para combatir el cambio climático. En lugares donde los nutrientes no pueden ser absorbidos por las plantas, los hongos les echan una mano y así los árboles pueden realizar la fotosíntesis y capturar CO2 atmosférico.
La tala indiscriminada provoca una ruptura de esta red subterránea, al igual que una mala recolección de setas, lo que podría debilitar el resto de individuos vegetales cercanos. Todo esto nos hace pensar en la inmensidad de conexiones que hay entre los individuos que componen cualquier hábitat, y en las consecuencias que puede tener el talar un árbol que nos molesta. Se abre una gran ventana para la investigación de los posibles efectos de esta increíble conexión. ¿Se te ocurre algún efecto? Déjanoslo en los comentarios.