
Habrás escuchado muchas veces que la ganadería vacuna es excesivamente contaminante ya que requiere de grandes extensiones de tierra para la producción de forraje, muchos litros de agua para estos cultivos y, además, las vacas como animales herbívoros expulsan gran cantidad de metano por sus excrementos y gases. En los últimos 50 años esta situación ha cambiado.
Un estudio reciente de la Universidad de California, ha hecho una comparativa en estos parámetros, gasto de agua y tierra y emisiones de metano, desde 1964 y 2014. Según Ermias Kebreab, autor principal de este estudio: “Comparamos 1964 hasta 2014 y encontramos una reducción del 50 por ciento en los gases de efecto invernadero para producir la misma cantidad y calidad de leche”.
Este estudio tuvo en cuenta la producción de alimentos para los animales, la maquinaria y el transporte necesario para producir leche, es decir, evaluaron el ciclo de vida de las vacas desde que nacen hasta que salen por la puerta de la granja.
Metano
Mediante un proceso digestivo, las vacas expulsan gas metano, conocido en este caso como metano. Este gas es de efecto invernadero, más perjudicial para el calentamiento global que el propio dióxido de carbono.
Bien pues, se ha visto en este estudio que las emisiones de este gas se han reducido. Kebreab añade que: “Las reducciones en la intensidad de metano entérico (es decir, las emisiones de metano por litro de leche) son principalmente el resultado de una mejor genética y reproducción y una mejor nutrición para los animales”.
Aún así, se siguen buscando formas para reducir las emisiones de metano entérico modificando la alimentación del animal. Un reciente estudio de junio de 2019 descubrió que añadir en la dieta del ganado algas rojas (Asparagopsis taxiformis) reduce hasta un 80% la emisión de metano en las vacas, sin alterar el rendimiento en la producción de leche.
Uso de agua y tierra
El agua necesaria en la ganadería para regar los cultivos del pienso, para la gestión de residuos se ha reducido en un 88% desde 1964. También se ha reducido en una 55% el agua necesaria para el proceso de ordeñamiento y la hidratación del ganado.
Esto es debido principalmente a la mejora genética de los cultivos, que los hace más productivos y con menos requerimientos de agua. El heno, el trigo y la alfalfa, entre otros, rinden más en la misma cantidad de tierra, reduciéndose así el área de cultivo necesaria. “Hemos ahorrado una cantidad de tierra igual al tamaño de Connecticut”, según Kebreab, es decir, un total de 12.548 km² solo en California.
Conclusión
En los 50 años analizados en este estudio, se ha visto una gran reducción en los parámetros antes mencionados, lo que evidencia el gran avance y mejora que ha experimentado la industria láctea. Esta mejora se ha dado en la genética tanto de plantas como de animales, en los métodos de producción de cultivos, en la alimentación del ganado, etcétera. Un dato muy interesante en cuanto a la genética en animales está relacionado con la producción de leche. En la década de los 60 una vaca producía alrededor de 4.859 kilogramos de leche por año, mientras que actualmente producen más de 10.000 kilogramos al año.
El autor principal Kebreab concluye con: “Se discute mucho sobre cómo las vacas tienen una gran huella ambiental, pero nadie habla de cómo ha cambiado la industria láctea. Los productores lecheros están haciendo mucho para ayudar a reducir la huella ambiental de la industria”.
A pesar de lo analizado en este estudio, debemos tener en cuenta que la población mundial se encuentra en incremento exponencial, necesitando una mayor cantidad de ganado para alimentarnos a todos, generando finalmente el mismo impacto que hace 50 años. Para apreciarse realmente una reducción en el metano y en el uso de terreno y agua, se debe reducir el consumo de carne, a la vez que consumir de ganaderías cercanas a tu hogar.