
¿Sufriste ansiedad al ver los incendios forestales que afectaron a gran parte de España el verano pasado? ¿Tienes una sensación de ahogo cuando piensas en el futuro de las próximas generaciones? ¿Te preocupa la falta de agua en numerosos puntos del planeta? ¿Tienes miedo de los desastres naturales que puedan sucederse en el futuro? Si alguna vez has sentido, o sientes, cualquiera de estas sensaciones, entonces puedes que padezcas de ecoansiedad.
Incendios forestales, pérdida de biodiversidad, contaminación plástica, calentamiento global, desastres naturales, clima extremo, sequías, inundaciones, refugiados climáticos, son conceptos con los que convivimos a diario, y cada vez más se repiten en los medios de comunicación. Este panorama real y desafortunadamente poco alentador sobre nuestro planeta, tiene sin dudas sus efectos en la salud humana, y sobre todo en la salud mental principalmente entre las generaciones más jóvenes quienes avizoran un futuro preocupante para la vida humana.
La American Psychological Association (APA) define a la ecoansiedad como “el miedo crónico a un desastre ambiental”. Es decir, el temor excesivo a sufrir un cataclismo ambiental por el impacto irrevocable que el cambio climático tiene en el planeta y en el futuro de las generaciones actuales y las venideras.
¿Qué síntomas presenta la ecoansiedad?
Si bien a cada persona puede afectar de una forma diferente, este trastorno psicológico suele tener síntomas similares a otros tipos de ansiedad, por ejemplo:
- Episodios de estrés y preocupación desmedida.
- Insomnio o alteraciones del sueño
- Nervios, sensación de ahogo.
- Déficit de atención
- Desgano y/o cansancio.
¿Cómo puedo combatir la ecoansiedad?
Lo primero es reconocer que estás viviendo esta situación, que padeces esta ansiedad relacionada con todos los problemas ambientales que estamos experimentando. Luego es aconsejable que busques ayuda de un profesional de la salud mental para realizar el tratamiento adecuado a tu sintomatología.
Este tema que preocupa cada vez, llega al debate entre ambientólogos, como es el caso de Enoch Martínez Monteserín, quien en su participación en las jornadas de Educación Ambiental, explicó que la ecoansiedad se soluciona con la acción y lo ilustra con un ejemplo: “Cuando tenemos hipertensión el médico nos indica que tenemos que tomar menos sal en las comidas. ¿Nos da ansiedad controlar la sal en las comidas? Pues una vez que cojamos el hábito de comer sin sal la ansiedad desaparecerá”.
Por ello menciona que para combatir la ecoansiedad hay que informarse de los problemas y actuar sobre las soluciones que estén a nuestro alcance.
¿Qué podemos hacer para evitar la ecoansiedad?
Para ello, podemos llevar a cambio una serie de estrategias para que nuestra preocupación por el planeta no nos angustie:
•Información, sí, pero con precaución. Mantenerse informado sobre el tema es importante, pero no sea el único tema del que nos informemos ni busquemos información de manea convulsiva. Sobreinformarse o buscar solo información con este problema acrecentará tu ansiedad.
•Quédate con lo positivo. Aunque es cierto que vamos despacio, sí se están dando pasos importantes para combatir problema como el cambio climático, tanto desde algunos gobiernos como desde las empresas.
•Haz tu parte. La mejor manera de combatir la ecoansiedad es siendo coherente y, en lugar de dejarte abandonar por el desánimo o el ‘nada vale para nada’, pon el granito de arena que crees que deberíamos poner todos para que las cosas cambien. Es decir, recicla, ahorra energía, usa transportes menos contaminantes, compra productos ecofriendly, etc.
•Enfócate en el presente. Los efectos del cambio climático ya se notan en nuestros días, pero la ecoansiedad se produce por sucesos catastróficos que no han sucedido y que no tienen por qué suceder. Es lo que se conoce como ansiedad anticipatoria. Enfocarnos en el presente y en lo que podemos hacer hoy en lugar de en lo que puede pasar dentro de 20 años nos ahorrará mucho sufrimiento.
Si la crisis climática y el medioambiente te generan una ansiedad que no puedes controlar o que afectan a tu vida cotidiana, relájate, medita, respira… y si no puedes solo, pide ayuda profesional para que te ayude a gestionarla.