
La agroecología consiste en una disciplina científica dedicada a desarrollar un conjunto de prácticas agrícolas amigables con el medio ambiente, además de ser apoyada por varios movimientos sociales.
Desde el punto de vista práctico, la agroecología agrupa sistemas agrícolas capaces de optimizar y estabilizar la producción con el menor impacto posible al medio ambiente. Desde el punto de vista social, la agroecología promueve la justicia social, la cultura, la identidad, en tanto fortalece la economía de zonas rurales.
Generalmente, la agricultura familiar y sus integrantes son las personas idóneas para realizar este conjunto de prácticas, pues la agroecología más que una disciplina, ha pasado a convertirse en un modo de vida.
Las prácticas agroecológicas se realizan para dar solución a problemas ambientales que se han originado producto de la aplicación de prácticas convencionales e intensivas en el desarrollo de cultivos a lo largo de los años, especialmente, luego de la revolución verde, y por supuesto, estas prácticas favorecen la seguridad alimentaria.
Para Gliessman (2002), uno de los autores más citados en cuanto a este tema, la agroecología comprende “la aplicación de conceptos y principios ecológicos para el diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles”.
Principios agroecológicos
Existe una variedad de principios de la agroecología que deben ser respetados y tomados en cuenta para el desarrollo de cualquier sistema productivo bajo el concepto de sostenibilidad. En este sentido, parte de los principios agroecológicos puede comprender:
- La sostenibilidad y seguridad alimentaria
- La resiliencia
- La protección a la biodiversidad, y diversificación de especies
- Aumento de la salud del suelo
- El reciclaje
- Intercambio de conocimientos entre la ciencia y la cultura
- Incremento de las sinergias entre los componentes del agroecosistema
Prácticas agroecológicas más comunes
El diseño de prácticas agroecológicas se realiza de acuerdo a las interacciones entre plantas, animales, medio ambiente, y seres humanos, con el fin de conservar la biodiversidad, y mejorar los componentes del agroecosistema.
Algunas prácticas conocidas abarcan el manejo integrado de plagas a través del uso de controladores biológicos como hongos antagonistas e insectos benéficos, uso de repelentes, trampas amarillas y feromonas, la rotación de cultivos para promover la diversidad, siembra intercalada, y utilización de variedades resistentes a plagas. Todo esto con la finalidad de evitar la aplicación de plaguicidas, en beneficio del medio ambiente y la comunidad.
La agrobiodiversidad es otra práctica importante para fomentar la resiliencia de la unidad de producción ante plagas y enfermedades, así como seleccionar variedades que se adapten mejor al clima local y generar sinergias, consiguiendo así mejores servicios ecosistémicos.
La utilización de abonos orgánicos y abonos verdes beneficia la fertilidad del suelo para mejorar la nutrición de los cultivos, así como el retorno de residuos de las cosechas para incrementar las reservas de carbono en el suelo.
Otras prácticas muy útiles en esta disciplina son la agroforestería, el uso de barreras vivas o cercas vivas para proteger los cultivos de vientos o aplicación de agroquímicos en parcelas cercanas, la implementación de riego por goteo para el uso eficiente del agua, y la aplicación de biofertilizantes para incrementar o mantener la productividad de los cultivos y disminuir la aplicación de fertilizantes químicos.
Relación cultura agrícola-ciencia
La agroecología es una forma de unir conocimientos tradicionales con conocimientos científicos en pro de producir alimentos de forma sostenible. Esta disciplina se enfoca más en realizar cambios a nivel regional y local, y por esta razón puede adaptarse a un clima cambiante. De hecho, las prácticas agroecológicas permiten reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático.
La producción agroecológica no solo está limitada a la producción de alimentos, sino que también abarca la producción ganadera con base en la producción orgánica de su materia prima y de la calidad nutritiva de los productos desarrollados, y a la independencia de insumos externos. De esta forma, tanto en la ganadería como en la avicultura se pueden también desarrollar prácticas agroecológicas.