
En la actualidad, las colonias de abejas melíferas y salvajes están experimentando un declive histórico que nos compromete seriamente, pero ¿sabemos realmente cuáles son sus causas? El Síndrome de Colapso de las Colmenas es un fenómeno que se originó en la década de los 60 y que consiste en la desaparición de las abejas de sus colmenas, y afecta tanto a abejas melíferas como a abejas silvestres.
Los motivos de este fenómeno son diversos: parásitos y enfermedades derivados del ácaro Varroa destructor y el hongo Nosema ceranae, uso indiscriminado de pesticidas, monocultivos intensivos y pérdida y fragmentación de hábitats.
Fruto de estos factores, se estima que entre un 30 y un 90% de las abejas obreras adultas, encargadas del abastecimiento, desaparecen. En las colmenas solo quedan las larvas y la reina, por lo que la colonia queda desabastecida y termina muriendo. Las abejas obreras son incapaces de regresar a su colmena cuando salen a buscar alimento para la colonia debido a falta de orientación o agotamiento.
Principales patógenos de las abejas, quizá la principal causa.
Debido a la expansión de la abeja melífera (Apis mellifera) a lo largo de todo el mundo por los beneficios económicos derivados de la polinización de los campos de cultivo, esta especie entró en contacto con patógenos como el ácaro Varroa destructor y el hongo Nosema ceranae. Estos parásitos producen enormes daños en las abejas.
Por un lado, Varroa destructor succiona la hemolinfa de las abejas, produciendo el debilitamiento de su sistema inmunitario. Además, es vector activo de virus que producen parálisis e incapacidad para volar.
Por otro lado está Nosema ceranae, un hongo que produce lisis en el intestino medio, de forma que causa un estrés energético muy fuerte en sus hospedadoras.
Otras posibles causas del Síndrome de Colapso de las Colmenas
Una de las causas iniciales del declive de las abejas fue el uso de pesticidas y plaguicidas, extendido desde la Revolución Verde de los años 60 hasta la actualidad.
Además, la expansión de las ciudades y otras infraestructuras humanas ocasiona la destrucción y fragmentación de hábitats de muchas especies, y por tanto la pérdida de biodiversidad vegetal y animal.
Un ejemplo son las grandes superficies de monocultivos intensivos, que se estima que ocupan un 38% de la superficie terrestre no cubierta por hielo. Por ello, el polen y el néctar que recolectan es menos variado, lo cual afecta a la calidad de su nutrición y facilita el debilitamiento de su sistema inmunitario y la transmisión de enfermedades como las que se han comentado.

El aumento de temperaturas y sequías derivado del cambio climático dificulta la supervivencia de muchas especies de plantas, que tienden a colonizar zonas situadas más al norte para mejorar las condiciones en las que crecen. Esto implica que las abejas deban seguir la tendencia marcada por las plantas de las que dependen.
Por otro lado, y como ya comentamos en otro artículo, las abejas melíferas suponen una gran amenaza para las abejas silvestres puesto que ocupan nichos similares. El problema está en que las abejas melíferas son mucho más competitivas, desplazando a las silvestres del territorio.
¿Por qué la polinización es importante?
La polinización es el proceso por el que el polen es transportado para la producción de semillas y frutos en las plantas. Poco a poco, empezamos a ser conscientes del valor de este proceso.
Se estima que aproximadamente el 75% de los cultivos actuales dependen de insectos en la fase de polinización. Sin polinizadores, nuestros campos de cultivo y muchas especies de plantas, están en peligro. Y pese al intento de simular la polinización con tecnología como este ejemplo de uso de pompas de jabón para polinizar, estas soluciones nunca podrán sustituir a los polinizadores.