
En las provincias de Málaga y Cádiz vive una variedad de corzo conocida como corzo morisco o corzo andaluz (Capreolus capreolus var. garganta). Esta subespecie está incluida como especie amenazada en el libro rojo de los Vertebrados de Andalucía.
El corzo andaluz es más pequeño y sin el llamativo babero blanco del corzo europeo. Dicha singularidad, sin embargo, también ha hecho de este corzo un preciado trofeo de caza, lo que, parece, está ayudando a su conservación, ya que hay interés económico en mantener las poblaciones. No en vano, algunos de los lugares donde pueden encontrarse poblaciones abundantes de este pequeño corzo son precisamente cotos de caza.
Un reciente estudio publicado en la revista Forest Ecology and Management y realizado por investigadores del grupo FEBIMED de la Universidad de Cádiz ha demostrado una interesante asociación positiva entre la abundancia de corzo andaluz en cotos de caza de la provincia de Cádiz y la abundancia relativa de brezal Mediterráneo o herriza en los mismos.
La herriza y los corzos
La herriza es un ecosistema dominado por arbustos y sin ningún árbol, presente en suelos pedregosos de la mayoría de las crestas de las sierras del Parque Natural de Alcornocales. Al ser un ecosistema sin árboles, se han considerado tradicionalmente como un ecosistema de poco interés y escaso valor ecológico. Sin embargo, numerosos estudios científicos han mostrado que es un ecosistema singular con una elevada biodiversidad botánica.
Lo que no se conocía hasta ahora era la asociación positiva que tiene este ecosistema emblemático con las poblaciones de corzo andaluz. Los cotos con más herriza, tienen mejores poblaciones de corzo.
Miriam Selwyn, primera firmante de la investigación ha declarado que “pese a la creencia popular de que los corzos están siempre en el interior de bosques de alcornoque, quejigo o en pinares, hemos mostrado que cuanta más herriza hay en un coto de caza mejores son sus poblaciones de corzo. Nuestra hipótesis es que este ecosistema sin árboles le sirve a los corzos de refugio, ya que tienen una visión para detectar a sus potenciales depredadores y a los propios cazadores antes de ser ellos vistos”.
Corzos y ciervos
En este estudio también se ha analizado el efecto de los ciervos, especie que ha sido reintroducida en los cotos para poder cazarlos, sobre las poblaciones de corzo. Aunque se conoce el efecto negativo del ciervo, en este estudio no se ha detectado de forma patente. Parece que hay una segregación espacial entre ambas especies. Al ciervo, al contrario que al corzo, no se asocia con la herriza. Puede entonces que cotos con mayor abundancia de herriza contribuyan a esa segregación espacial entre ambas especies y, por tanto, a disminuir su interacción.
La herriza ofrece un servicio ecosistémico
Los servicios ecosistémicos son todos aquellos valores, bienes o servicios que la naturaleza ofrece al ser humano.
Los valores botánicos o paisajísticos de la herriza ya son un servicio ecosistémico per se, pero más difícil de entender (o de aceptar) que el servicio directo que se ha encontrado en este estudio. “En este estudio hemos encontrado cómo la herriza o brezal mediterráneo parece favorecer las poblaciones de corzo en cotos de caza. Al favorecer al corzo, está mejorardo un preciado recurso económico de los propios cotos” ha declarado Fernando Ojeda, catedrático de botánica de la Universidad de Cádiz y uno de los dos firmantes de este trabajo.
“Este estudio puede ayudar a implementar una estrategia adecuada de conservación del corzo andaluz, pero también a seguir poniendo en valor un ecosistema tradicionalmente denostado, pero tremendamente singular y con una elevada biodiversidad como es la herriza. Ahora, además, podemos añadir un interés económico directo por contribuir a mejorar las poblaciones de uno de los trofeos cinegéticos más preciados de los cotos de caza del sur de España” concluyó el profesor Ojeda.