
Tras el accidente acontecido el 26 de abril de 1986 en el reactor nº4 de la central nuclear de Chernobyl, en Ucrania, se desalojó a la población de la ciudad de Pripyat, más cercana a la central. Además se estableció un área de exclusión que prohibía la entrada de personas. El accidente fue de tal magnitud que se estimó que la vida no sería posible en la zona del accidente al menos en 20.000 años. Sin embargo, estas estimaciones no fueron del todo certeras pues la zona sigue habitada por bosques, praderas y animales. Esta biodiversidad hay tomado hasta la propia ciudad.
La ciudad de Pripyat (Chernobyl) ha dejado de serlo y más bien es un bosque con edificios de por medio.
German Orizaola, investigador Ramón y Cajal del instituto mixto de investigación en biodiversidad, en Mieres y experto en fauna en Chernobil.
Con el confinamiento estamos viendo cómo los animales entran en las ciudades y recorren las calles a sus anchas. En el programa del podcast «Actualidad y Empleo Ambiental» donde hablaron de qué le está pasando a la fauna en Chernobil, con German Orizaola, surgió la pregunta de si esto que está ocurriendo ahora en las ciudades ocurre de igual manera en Pripyat. Germán responde que es distinto puesto que la ciudad de Pripyat (Chernobyl) ha dejado de serlo y más bien es un bosque con edificios de por medio.
¿Qué hay de parecido entre Chernobyl y el confinamiento?
La clave está en la ausencia de seres humanos. Nuestras acciones ejercen una gran presión en el desarrollo de fauna y flora, limitándo su crecimiento. Como ejemplo de esto tenemos la avenida principal para llegar a Pripyat, la avenida Lenin, que más bien parece un camino por donde los abedules entran por la ventanilla de tu coche. Incluso Germán cuenta que en ocasiones ha estado frente a un edificio de 15 metros de alto y era incapaz de verlo por la densidad del bosque.
Al final, la naturaleza en ausencia de presión humana, se dispersa y coloniza territorios antes dominados por el ser humano. Es fácil de observar si has salido a pasear estos días. Las calles parecen “asalvajadas”, llenas de hierbas de gran tamaño que han crecido durante nuestro confinamiento de manera natural y condicionadas por la competencia entre sus compañeras, el clima y otros factores en los que no se incluye el ser humano. Algo similar ocurrió en Pripyat, donde el factor ser humano que limitaba el desarrollo de la fauna y flora, desapareció.
Puedes escuchar más sobre Chernobyl y su fauna y flora en el siguiente podcast:
Listen to «Fauna en Chernobil, con German Orizaola | Actualidad y Empleo Ambiental #51» on Spreaker.