
Recientemente se ha establecido la Estrategia de Biodiversidad por la Comisión Europea que recoge las medidas a tomar hasta el año 2030 con el fin de proteger y conservar la biodiversidad europea. Dentro de esta estrategia se pone en manifiesto la importancia que tiene la biodiversidad para incrementar nuestra resiliencia a los desastres naturales y pandemias y, en última instancia, para el bienestar humano.
Algunas medidas que se recogen son revertir el declive de polinizadores y controlar las especies invasoras, unas medidas muy ambiciosas y que siguen la línea adecuada para preservar la biodiversidad. Sin embargo, una medida que ha llamado la atención de la comunidad científica, y no de manera positiva, es la de plantar 3000 millones de árboles.
Los investigadores Susana Gómez González y Raúl Ochoa-Hueso del Departamento de Biología-IVAGRO de la Universidad de Cádiz junto a Juli G. Pausas del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE-CSIC) han publicado una letter en la revista científica Science dando su opinión al respecto.
Plantar árboles no es necesariamente positivo para la biodiversidad
Los programas de plantación masiva de árboles en ciertas zonas están siendo criticados por la comunidad científica por el negativo impacto ecológico y económico que pueden generar, además de su limitado papel en la mitigación del cambio climático y en la reducción del CO2.
Como punto de esta opinión en Science los investigadores apuntan que alcanzar este objetivo marcado supondría una amenaza para los biodiversos ecosistemas sin árboles. Además, podría malgastar la oportunidad de implementar prácticas de gestión ecológicamente racionales para restaurar mosaicos completamente integrados y funcionales de ecosistemas naturales, seminaturales y ecosistemas agrícolas sostenibles.
También hacen hincapié que otro problema añadido a esta plantación masiva es la modificación sustancial del régimen de incendios, especialmente dada la frecuencia, cada vez mayor, de olas de calor y sequías en las áreas de alta densidad poblacional. Esto es así debido a que la probabilidad de que se den incendios largos e intensos, que amenazan la biodiversidad y los bienes humanos, depende en gran medida por el tipo, la cantidad y la continuidad de la biomasa.
Hacia dónde avanzar en las estrategias de conservación de la biodiversidad
Determinar cuántos árboles deben ser plantados debería quedar en un segundo plano y las estrategias deberían centrarse en descubrir una manera de conservar más segura y efectiva.
Los autores concluyen que las estrategias de restauración deben asegurar un mosaico diverso de sistemas de producción basados en la naturaleza intercalado con áreas naturales protegidas para maximizar la biodiversidad, la resiliencia y los servicios ecosistémicos.
Es de vital importancia que los responsables políticos y la sociedad interioricen el mensaje de que los árboles no son sinónimo de biodiversidad. A partir de aquí se deben tomar decisiones adecuadas en el contexto actual de las crisis ambientales y de salud.