
Un océano sano es necesario para la preservación de los ecosistemas marinos, sus formas de vida y su biodiversidad. Pero también es imprescindible para las sociedades humanas. Y para lograr ambas cuestiones, la ciencia juega un papel fundamental orientando a las administraciones, a la sociedad o a las empresas.
Según la organización internacional de la Década de los Océanos de las Naciones Unidas, un océano saludable y resiliente es aquel en el que se comprendan, protejan, restauren y gestionen los ecosistemas marinos.
¿Cómo llevamos el concepto de un océano sano y resiliente a la práctica?
¿Se pueden recuperar los ecosistemas marinos?, ¿cómo podemos hacer los océanos más saludables y resilientes a la práctica?
Partimos de la base de que un océano sano es el que permite mantener las condiciones de vida de todos los seres que lo pueblan en unas condiciones suficientes y necesarias para vivir (reproducirse y mantener la generación siguiente para que se dé la transferencia del ADN y las poblaciones se mantengan con stock suficiente).
El propio océano ya genera un ecosistema sano de por sí, ya que es una de las principales reservas de biodiversidad del mundo, siendo la biodiversidad marina esencial para la salud del planeta y el bienestar social, ya que está vinculado a una amplia gama de servicios de los que se beneficia el planeta y la sociedad.
Por tanto la salud de los océanos pasa por tener un desarrollo sostenible coherente. Si dejásemos a la naturaleza desarrollarse por sí sola, constituiría un océano saludable, pero la última época geológica denominada por muchos científicos antropoceno debido a la presión de los ecosistemas terrestres en los océanos por las actividades humanas, está poniendo en riesgo la salud de los océanos y sus ecosistemas.
Por supuesto que la humanidad ha de seguir avanzando entendiendo que el océano es una fuente de alimento, energía, etc., pero es imprescindible que este desarrollo y el uso de los servicios de los ecosistemas sea sostenible para garantizar la salud de todos.
Resumiendo, el océano en sí se autorregula, por eso es resiliente, pero los seres humanos debemos trabajar en este eje de potenciar, promover y cuidar la salud de los océanos para poder continuar con nuestro desarrollo.
¿Cuál es la situación actual de los mares y océanos?
Desde hace tiempo, el mensaje que se lanza a los gobiernos y la población en general es preocupante porque no estamos comprobando ni asumiendo que los océanos que estamos dejando para el futuro, comparados con los de ahora, son muy diferentes.
En gran medida esto se debe a que las condiciones ambientales han cambiado, empeorando en muchos aspectos por los impactos del ser humano. Por tanto, el océano actual no es más saludable que el que teníamos de niños ni lo será más que el que tendrán las generaciones venideras si no intervenimos.
Actualmente, el océano se ve de otra manera en relación a hace unos años. El ejemplo más claro es el del Mar Menor donde hace 30-40 años podíamos ver caballitos de mar mientras nos bañábamos y ahora es totalmente impensable.
Es cierto que se están dando grandes pasos de acciones y políticas hacia un desarrollo sostenible, pero no es suficiente, hay que ir mucho más allá y poner el foco en que la actividad humana es el verdadero riesgo del océano.
¿Por qué cuesta tanto que el conocimiento se traslade a la sociedad y se vea reflejado en la elaboración de políticas públicas?
Realmente ahora hay más mecanismos de difusión de datos y preocupación de políticos a nivel europeo que hace unos años, por lo tanto en este aspecto se ha avanzado bastante.
Si bien es cierto que, durante años, se presentaban datos científicos recogidos donde ya se advertían problemas ambientales determinados a medio-largo plazo, al no ser inminentes, no se priorizaban. Ahora que hemos llegado a ese tiempo en el que se ha acentuado, las políticas públicas, la gestión y la sociedad están cambiando su postura.
De todas formas hay que hacer un esfuerzo grande tanto en mantener, como formar a la población a nivel general divulgando y mejorando, además de implantar mecanismos para que los conocimientos in situ sean transferidos lo más rápido posible y transformados para que haya una política comunitaria y nacional más efectiva y rápida.
¿Qué papel tienen los científicos para conseguir un océano sano y resiliente?
La ciencia es fundamental en todos los ámbitos del planeta y en concreto, en los océanos. Como científicos tenemos varias obligaciones fundamentales:
- Investigar y hacer una ciencia de calidad y excelencia que permita el asesoramiento a los políticos y gestores en la gobernanza de los océanos y evidenciar la necesidad de que tiene que haber un diálogo estrecho entre todas las partes para tomar medidas relevantes.
- Tener un diálogo estrecho con la política: por una parte, reportar a los políticos para que puedan demostrar lo que se proyecta y por otra parte el sector político tiene que estar predispuesto a escuchar y aplicar lo que sea necesario para proteger nuestros océanos.
- Divulgar y concienciar para que se sepa cómo se aplican los resultados obtenidos en ciencia en la mejora y la salud de toda la sociedad.
Para terminar, es importante que tengamos en cuenta que no es que a la gente no le interese la ciencia y la protección de los océanos, es que no se conoce, por tanto los científicos tienen una labor de concienciación, divulgación y protección de los océanos en las nuevas generaciones.
¿Qué soluciones se pueden aportar para tener un océano saludable y resiliente?
Lo principal es tener información buena y rigurosa de lo que está pasando. Hay muchos informes de cambio climático, tipos de contaminación y tener este conocimiento exhaustivo, fino y actual de la situación es lo que ayuda a poder gestionar y legislar para romper con la idea de que el mar y el océano pueden con todo.
Hay que tomar medidas urgentes para frenar el aumento de contaminantes y sus efectos.
También es muy importante aprender a compartir esa información, recabar datos en el mar es muy costoso económicamente y muy difícil físicamente, metodológicamente, etc.
La comunidad científica no puede seguir creyendo que son poseedores de esa información, hay que compartir y no buscar datos en el mismo sitio por ser de otro grupo si ya los hay. La ciencia no se puede quedar en los ordenadores personales de los científicos.
Esto es una crítica a nosotros mismos y compartir la información es algo fundamental y hoy en día es muy sencillo con plataformas internacionales.
Por otro lado, es muy importante el diálogo ciencia política y la concienciación social: niveles sociales y productivos. Por ejemplo la energía eólica marina renovable compite con la pesca y esto es una realidad que conlleva tomar decisiones escuchando a todas las partes afectadas y mirando hacia un futuro con un desarrollo sostenible para todos. Por tanto todos tenemos que entender que somos parte de este desarrollo, tenemos que aprender a negociar y que sea una fuente de recursos para los sectores productivos.
A niveles sociales hay que ampliar la educación ambiental, trabajar en campañas y ser portavoces del estado en muchos círculos de todos los ámbitos, hablar con los más pequeños, transmitirles y enseñarle que están haciendo y para qué.
El contenido de este artículo es un extracto del segundo episodio de “El Hidrófono: ciencia marina para escuchar” donde se trata el papel que juega la ciencia para lograr un océano más saludable y resiliente (uno de los objetivos de la Década de los Océanos) con Javier Cristobo (CO Gijón) y María Gómez Ballesteros (Vicedirectora Técnica y de Asesoramiento del IEO). Puedes escuchar el podcast entero en el siguiente reproductor para saber más sobre “qué es un océano sano y resiliente”.
Escucha»Un océano saludable y resiliente #02″ en Spreaker.