
Las basuras marinas, los plásticos y los microplásticos junto a los contaminantes químicos, recorren miles de kilómetros hasta los sitios más remotos como la Antártida o lugares cotidianos como nuestras costas o incluso nuestra mesa.
Según la organización internacional de la Década de los Océanos de las Naciones Unidas: un océano limpio es aquel en el que se identifican y reducen o eliminan las fuentes de contaminación.
¿Cómo llevamos esto a la práctica?
¿Se puede conseguir un océano más limpio?
Para saber si podemos conseguir un océano más limpio, primero tenemos que saber qué es lo que queremos conseguir realmente.
“Un océano limpio es aquel en el que los procesos naturales no se ven afectados por la actividad humana, en el que se identifican, reducen o eliminan las fuentes de contaminación y se puede desarrollar la vida sin sufrir los efectos o amenazas del ser humano. Este océano limpio pasa por controlar todo lo que llega al mar y lo que producimos”.
Pero ¿a qué nos referimos con contaminación exactamente? La contaminación podemos dividirla en dos grupos, “la que se ve” y “la que no se ve”.
La contaminación que se ve vs la que no se ve
Hacemos esta diferenciación ya que la forma de transmitirla a la sociedad y las administraciones, de ser conscientes del problema por parte de todos y de gestionarla a la hora de buscar soluciones es muy diferente.
La contaminación que se ve es mucho más fácil de asimilar ya que es evidente y se puede materializar que existe. En este grupo encontramos plásticos en su mayoría pero también cualquier otro tipo de residuo.
Sin embargo cuando hablamos de microplásticos (plásticos menores de 5mm) o de contaminación química, física, biológica, por ruidos, etc., no podemos verla a simple vista, tocarla o cuantificarla. Por tanto, la percepción del problema cambia, pasando desapercibido. Además, la contaminación “que no se ve” es potencialmente más peligrosa a largo plazo, más difícil de controlar y de gestionar.
De todas formas, no es cuestión de no hacer caso a “la que no se ve”, sino más bien aprovechar la consciencia de “la que se ve” para explicar la problemática y responsabilizarnos de la situación actual.
¿Cuál es la situación actual de los océanos?
La situación de los océanos es muy cambiante debido a la alta actividad que hay relacionada con ellos, tanto en el propio océano como desde la costa y engloba un sinfín de variables, por tanto es muy difícil de definir.
Si hablamos de la situación de la contaminación química, el proceso de detección, gestión y monitorización es efectivo a día de hoy. El problema es que el ritmo al que sustancias nuevas llegan a los océanos es muy superior a la capacidad que tenemos para detectarlas, medirlas, controlarlas y legislarlas. Por tanto es muy complicado de gestionar al ritmo que marca el desarrollo.
Para poner un ejemplo de esta entrada de sustancias continua, a baja escala, en zonas muy productivas de marisco como las rías gallegas, se están añadiendo continuamente sustancias que proceden de las ciudades, de la conservación de las bateas, etc. Por tanto esta contaminación está en continua renovación y el trabajo de detectarla y gestionarla no para de presentar nuevas situaciones.
En cuanto a plásticos, microplásticos y basuras marinas o residuos procedentes de costa, pesca y otra serie de actividades relacionadas con el mar; el problema no es cuál de ellas tiene más efecto, si no tener una mirada global y ver el amplio espectro que abarcan todos estas formas y formatos de contaminantes para plantear soluciones.
Estudios cualitativos (saber qué hay) y cuantitativos (saber cuánto hay) a lo largo de toda la tierra, desde la playa hasta los océanos profundos; se ha determinado la presencia de plásticos.
La cantidad de plásticos en el mar es directamente proporcional a que son residuos muy persistentes y abundantes debido a su uso cotidiano y extendido en todos los materiales. Esta es la realidad y la problemática ambiental sobre este tema.
Además, en el Mediterráneo, hay otros tipos de presiones como el turismo, que a nivel económico es muy bueno, pero ambientalmente y sobre todo en el mar, provoca muchísimo impacto.
Por tanto, hay que encontrar un balance, ya que existe la correlación humana con la cantidad de plásticos en el mar.
¿Por qué es tan complicado cuantificar la cantidad de plásticos en el mar?
El principal factor que dificulta saber la cantidad exacta de plásticos en el mar aparte del aporte continuo es el dinamismo de las mareas y el transporte marítimo.
Estos dos factores juegan un papel fundamental en la distribución de residuos a lo largo de todo el planeta transportándolos tanto en la superficie, como en la columna de agua o el sedimento.
Además los procesos naturales de dinamismos están “alterados” y “acelerados” debido a la actividad humana.
De todas formas, este proceso no es “tan reciente” como pensamos. Hay registros que datan que desde la década de los 50 se empezó a iniciar este proceso. Tanto es así que incluso contaminantes como el plástico empiezan a formar parte de la composición de rocas, por lo que en el futuro habrá que tratar estos materiales y gestionarlos de forma muy diferente y teniendo en cuenta su información a muchas escalas.
Y si hablamos de una escala global, ¿Quién tiene que poner soluciones?
Teniendo en cuenta la escala del problema, la política internacional juega un papel fundamental en este aspecto.
El mar no entiende de fronteras, está todo conectado, por tanto la contaminación se difunde sin ningún tipo de “norma administrativa”. Además de contar con que en las aguas internacionales y profundas son muy difíciles de abarcar por parte de ninguna forma administrativa existente hasta ahora.
Para poner un ejemplo de la complejidad de gestión a la que nos referimos y su amplia escala incluso fuera de los océanos, los aviones también aportan muchas sustancias al aire que al final acaban depositándose en los océanos y esto es muy difícil de gestionar y controlar por parte de ningún organismo gubernamental. No hablamos solo de la huella de carbono, también es la huella del océano.
Por último cabe destacar que la globalización a nivel económico se está extendiendo a pasos agigantados, pero no lo hace la normativa ambiental y sus necesidades de implantación y ejecución. Así que tenemos este reto actual al que hay que plantarle cara y buscar soluciones acordes a la dimensión del problema.
¿Qué soluciones científicas y oceánicas existen que conecten a las personas con el océano para conseguir un océano más limpio?
Existen muchos aspectos en los que las ciencias oceánicas pueden aportar para conectarnos a todos para conseguir un océano más limpio:
- Valorar la biodiversidad, sus efectos provocados por los residuos marinos en las áreas marinas protegidas (zonas en las que no debería haber ningún tipo de plástico al no haber emisarios, actividades portuarias etc.) y tomar consciencia de ello. Concretamente, nos referimos por ejemplo a peces que han comido plásticos, plástico acumulado en el sedimento (arena, arcilla, etc.) donde es más fácil visibilizar el problema para todos.
- En cuanto a la contaminación que no se ve, existen metodologías similares en todas partes del mundo para poder comparar los resultados a lo largo de las áreas marinas protegidas de la Tierra. Por ejemplo, cómo ha afectado a las ballenas, ellos (bisfenoles, etc.) y cómo afecta al metabolismo de los organismos, fecundidad, alimentación etc.
- Huella del antropoceno para detectar las diferencias,
- Optimización de medidas de micro y nano plásticos para ver la composición.
¿Cómo mejorar nuestro desarrollo socioeconómico para disminuir la contaminación?
A pesar de que parece que estamos en un punto bastante difícil de revertir, hay muchas medidas que se pueden llevar a cabo para controlar y gestionar la contaminación y conseguir un océano más limpio.
Por ejemplo, sería fundamental establecer una red de monitoreo de manera rutinaria, de toma de muestras, etc. en las zonas costeras y en diferentes zonas del océano, para tener datos a medio y largo plazo y establecer tendencias.
Actualmente estos datos solo se extraen de los proyectos de investigación y esto tiene un inconveniente, que la toma de datos tiene la misma fecha de caducidad que el proyecto correspondiente.
Por tanto sería ideal que igual que lo hacemos tomando datos de la atmósfera y la meteorología para hacer la previsión del tiempo horaria, hacerlo con la contaminación química con sensores y dispositivos que monitoricen.
Para que esto se lleve a cabo se necesita capital humano contratado de manera continua que se dediquen al ambiente marino, no solo los científicos, sino también hay que integrar que las personas que están en el mar de manera constante y que todo el conjunto de la sociedad vea la necesidad de este servicio y lo entiendan para dejar de parchear.
Es difícil reconocer algo si no lo vemos y lo tocamos, por tanto esta es una de las misiones principales: divulgar y visibilizar. Divulgar y visibilizar que estudiar el mar no es un lujo, es una necesidad para nuestra supervivencia. Por ejemplo, actualmente no sabemos si los peces que nos comemos están contaminados. Hay tantas cosas por hacer en el mar y solo se apuesta por el desarrollo (blue growth) y las energías, pero hay que pensar que se desconoce muchísimo sobre su estado y la tendencia y un océano limpio es fundamental para poder seguir soportando este ritmo.
Este artículo es un extracto del primer episodio de “El Hidrófono: ciencia marina para escuchar” en el que conversamos a cerca de la contaminación marina que se ve y la que no se ve, para lograr un océano más limpio (uno de los objetivos de la Década de los Océanos) con Lucía Viñas (CO Vigo) y Salud Deudero (CO Baleares). Puedes escuchar el podcast entero en el siguiente reproductor para saber más sobre “qué es un océano limpio”.
Escucha»Un océano limpio #01″ en Spreaker.