
Muchas especies de plantas herbáceas con flores atraen a más polinizadores si están agrupadas ya que los insectos las ven mejor, pero ese agrupamiento va en contra de la disponibilidad de nutrientes y de agua que hay en el suelo.
Investigadores de la Universidad de Cádiz (María Hurtado y Oscar Godoy) y de la Estación Biológica de Doñana (Ignasi Bartomeus), han profundizado en el conocimiento de estos mecanismos de interacción entre las propias plantas y las plantas con los polinizadores en una investigación publicada recientemente en la revista Web Ecology.
Este estudio, que se ha realizado con el objetivo de entender aún mejor el equilibrio natural que se establece entre especies que cohabitan en un mismo entorno, ha partido de la hipótesis de que la composición de una comunidad vegetal modula la atracción de los polinizadores, y las tasas de visita de los mismo a las plantas, a múltiples escalas.
Según comentó María Hurtado, investigadora predoctoral de la Universidad de Cádiz, y primera firmante de este estudio: “Nuestra hipótesis es que la ubicación de diferentes especies de plantas en el mismo sitio puede reducir la competencia por nutrientes y agua y, por tanto, aumentar la capacidad reproductiva de las mismas, ya que plantas mejor alimentadas producen más flores y, potencialmente más semillas. Pero que, al mismo tiempo, las zonas con distintas especies pueden ser menos atractivas para los insectos, y por tanto que muchas flores no se polinicen y no lleguen a producir todas las semillas que potencialmente pueden tener”. Por último, los investigadores también analizaron si estos efectos opuestos se producían a diferentes escalas espaciales. “Ver si estos mecanismos son realmente opuestos y se compensan, o saber si cada uno afecta a diferente escala, también fue uno de los objetivos de nuestro estudio” comentó la investigadora.
El estudio se ha realizado en una pradera anual en La Finca Caracoles, en el Parque Nacional de Doñana (Sevilla) con tres especies de plantas anuales y varios grupos de insectos polinizadores (abejas, moscas y escarabajos).

Lo primero que hicieron los investigadores fue analizar si las especies de plantas y polinizadores estaban distribuidas de la misma manera en el espacio. Observaron que cada especie tiene una distribución espacial diferente pero que tanto plantas como polinizadores tienden a agregarse en algunos lugares. A continuación, analizaron el efecto de esta agregación sobre las interacciones planta-planta y planta-polinizador. Encontraron que tener vecinas de la misma especie las hacía más atractivas para los polinizadores, pero aumentaba la competencia. “Tal como esperábamos, encontramos que la competencia entre plantas de la misma especie aumentaba con el agrupamiento, pero que efectivamente este agrupamiento favorecía la visitas de los polinizadores” comentó Hurtado.
Por último, los investigadores también analizaron si estos efectos opuestos se producían a diferentes escalas espaciales, algo que varió dependiendo de la especie sometida a análisis. “En líneas generales, mientras que la competencia entre plantas se produce a escala local o de micrositio, la atracción por los recursos florales y, por tanto, el aumento de visitas a las flores se produce a escalas espaciales mayores, que es la escala a la que los polinizadores más eficaces toman las decisiones de búsqueda de alimento. Estos procesos a escalas diferentes pueden disociar los efectos positivos y negativos de la competencia entre plantas y las interacciones mutualistas entre polinizadores. Aunque también es cierto, que cada tipo de polinizador-planta estudiado se comportó de manera ligeramente diferente” concluyó la investigadora.
Referencia bibliográfica: Hurtado, M., Godoy, O., and Bartomeus, I. (2023): ‘Plant spatial aggregation modulates the interplay between plant competition and pollinator attraction with contrasting outcomes of plant fitness’ Web Ecology, 23, 51–69, https://doi.org/10.5194/we-23-51-2023