Las zonas áridas suponen el bioma más extenso de la tierra. Los ecosistemas que aquí se desarrollan están condicionados por la aridez. La aridez es el balance entre la cantidad de agua que llega al ecosistema y el agua que se pierde del mismo por evaporación. A menor entrada y mayor salida del agua, más árido será el ecosistema. El cambio climático está incrementando esta aridez en amplias zonas de la tierra.
Un estudio realizado por el Laboratorio de Zonas Áridas y Cambio Global de la Universidad de Alicante (UA), publicado en la revista Science, ha evaluado si los cambios producidos por la aridificación ocurren de manera gradual o abrupta. Miguel Berdugo, autor principal de esta investigación nos cuenta que: “estudiamos a través del espacio las respuestas de la vegetación de ecosistemas áridos, para saber lo que puede pasar en el tiempo con los cambios que va a producir el cambio climático”.
Como la mayoría de procesos, se esperaría que los incrementos en la aridez en los ecosistemas áridos deberían tener un efecto gradual y progresivo. En este escenario planteado, los ecosistemas áridos, con el tiempo, se transformarían en ecosistemas más parecidos a los desiertos. Sin embargo, Fernando T. Maestre, investigador principal este grupo investigación alerta de que “Los ecosistemas terrestres de las zonas áridas reaccionan a incrementos en la aridez de forma abrupta, y no gradual, dando lugar a transformaciones drásticas en los ecosistemas una vez que determinados niveles de aridez se sobrepasan”.
En el estudio se midieron numerosos atributos de los ecosistemas dentro de las zonas áridas. Santiago Soliveres, también autor de este estudio e investigador en la Universidad de Alicante dijo que “Estas variables ecosistémicas responden de manera no lineal a la aridez. Estos cambios no lineales pueden organizarse en tres fases distintas, que van a dictar como las zonas áridas responderán al cambio climático en el futuro”.
El primer umbral tiene un nivel de aridez similar al que encontramos en muchos ecosistemas de la cuenca mediterránea. Al cruzar este umbral, ocurre una caída no lineal en la productividad de la vegetación. En este nivel de aridez la vegetación tiene estrategias de adaptación como el endurecimiento de sus hojas, para evitar la evapotranspiración. El segundo umbral nos lleva a otro grado de aridez característico de los ecosistemas de Almería o Marruecos. En en este caso la vegetación presenta caídas de fertilidad, observándose tan solo pequeños arbustos y matorrales. Por último, al cruzarse el tercer umbral, la vegetación desaparece, formándose un desierto. Las proyecciones climáticas indican que alrededor del 20% de la superficie terrestre podrían cruzar uno o varios umbrales de aridez para el año 2100.
“Los datos obtenidos en esta investigación deberían servir para comenzar a desarrollar estrategias de mitigación y adaptación a este tipo de cambios abruptos” concluyó Berdugo.