
Para abastecer la alta demanda de productos agrícolas, y para hacer más rentables a corto plazo los cultivos, los agricultores recurren a fertilizantes y pesticidas químicos que maximizan la producción. Sin embargo, esta práctica es muy perjudicial para el medio ambiente por la emisión de gases de efecto invernadero y la eutrofización de las aguas entre otros. En este post queremos hablaros de una práctica mucho más respetuosa con el medio ambiente. Esta práctica incluye bacterias y hongos ya que la unión de bacterias y plantas puede ser muy beneficiosa para nuestros cultivos. Te explicamos el por qué.
El nitrógeno para las plantas y su disponibilidad
El nitrógeno es un elemento fundamental para las plantas ya que es necesario para la formación de aminoácidos, proteínas, enzimas y otras moléculas. Además, participa en la división celular y en la producción de clorofila, un pigmento esencial para la fotosíntesis. Y todas y todos sabemos que sin fotosíntesis, adiós plantas y adiós cosechas. Por tanto, el nitrógeno es un nutriente irremplazable para los vegetales.
¿Dónde está el nitrógeno en el planeta? Principalmente lo encontramos en estado gaseoso en la atmósfera. También por la acción de las bacterias desnitrificantes que convierten en gas el nitrógeno del suelo.
Sin embargo, el nitrógeno gaseoso no lo pueden capturar las plantas, tan solo pueden obtener nitrógeno por las raíces. Para ello, el nitrógeno atmosférico debe pasar al suelo de alguna manera.
¿Cómo obtener nitrógeno disponible para nuestros cultivos?
Las plantas necesitan nitrógeno para sobrevivir y lo primero que se nos puede venir a la cabeza es usar fertilizantes que contengan nitrógeno para que nuestras plantas crezcan sanas y sin problemas. Y efectivamente, esto es lo más común. Desde hace décadas, para incrementar la producción agrícola, se han vertido fertilizantes nitrogenados inorgánicos sobre los cultivos. Pero esta aplicación trae graves problemas medioambientales. Científicos han estimado que entre el 60 y el 70% de las emisiones de óxido nitroso de origen humano provienen de los fertilizantes. Además, estos fertilizantes tienen otros efectos negativos como la eutrofización de las aguas, como hemos podido ver en el Mar Menor en Murcia o la pérdida de diversidad vegetal en los bosques.
¿Entonces? ¿Qué nos queda? Nos queda un as en la manga mucho más respetuoso con la naturaleza ya que, de hecho, es la naturaleza quién trabaja por nosotras y nosotros. En el medio natural se dan asociaciones entre plantas y hongos o bacterias para ayudarse mutuamente en la obtención de nutrientes. La bacteria o el hongo toma el nitrógeno de la atmósfera o del suelo en formas que no puede asimilar la planta y lo transforma en una molécula de nitrógeno que las plantas sí pueden absorber. Entonces las plantas le ofrecen a las bacterias el alimento ya elaborado.
A esta relación tan estrecha entre planta y bacteria y hongo se le llama simbiosis. El intercambio de nutrientes ocurre bajo tierra en los llamados nódulos radiculares que son estructuras vegetales presentes en las raíces de las plantas. No todas las plantas son capaces de desarrollar esta relación tan estrecha con las bacterias, normalmente suelen ser leguminosas.
Para mantener nuestro cultivo sano y con disponibilidad de nitrógeno, tan solo necesitaríamos añadir estas bacterias nitrificantes a nuestro suelo, para que las bacterias puedan asociarse a las plantas cultivadas mediante simbiosis. Una medida muy novedosa para la agricultura actual, pero que lleva funcionando siglos en la naturaleza, y en la agricultura tradicional, donde se alternan cultivos para sembrar leguminosas en las diferentes zonas del cultivo cada pocos años, y se enriquezca de nitrógeno el cultivo.