
Programas en la televisión y, principalmente, las Redes Sociales, no «informan» de lo perjudicial que es el aceite de palma para la salud y el medio ambiente pero, ¿todo lo que escuchamos es cierto? Muchas veces no se nos cuenta toda la verdad y la información es sesgada o directamente manipulada, por interés o por desconocimiento. Se ha visto que la plantación de palma aceitera, en ocasiones, ayuda a evitar la extinción de especies, y contamina mucho menos que otras plantaciones comunes en la actualidad. Además, el ácido palmítico es un componente de la leche materna humana.
La palma aceitera, Elaeis guineensis, como su nombre científico indica, es una especie de Guinea, África. Actualmente esta palmera se encuentra cultivada fuera de su región de origen, en Papúa Nueva Guinea, Colombia, Tailandia, Camboya, Brasil, México y África occidental. También en Indonesia y Malasia, que suponen el 85% de la producción mundial de aceite de palma.
Palma aceitera y medio ambiente
El aceite se obtiene de sus frutos y se emplea en alimentación, biocombustibles e incluso cosméticos. Al ser un aceite muy barato la producción se ha incrementado en los últimos años, llegándose a talar miles de hectáreas de selva tropical al año.
Una hectárea de tierra convertida a cultivo de palma equivale a una pérdida de 174 toneladas de carbono, llegando al aire en forma de CO2. «La cantidad de carbono liberada cuando solo se tala una hectárea de bosque para cultivar palmas de aceite es, aproximadamente equivalente a la cantidad de carbono producida por 530 personas que vuelan de Ginebra a Nueva York en clase económica», dice Thomas Guillaume, investigador postdoctoral en EPFL’s Ecological Systems Laboratory (ECOS).
Esta estimación de pérdida es más alta que la cifra publicada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) para cuantificar la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por el cultivo de palma aceitera; también es superior a la cifra utilizada por los organismos de certificación de aceite de palma sostenible.
Después de la cosecha, la cantidad de biomasa que regresa al suelo para alimentar a los organismos vivos en el suelo puede ser un 90% menor que en un bosque lluvioso. Esto se debe a que casi ninguna «basura» natural (hojas y madera muertas) vuelve a la tierra, ya que el suelo de las plantaciones de palma aceitera se limpia y trata constantemente con pesticidas para facilitar el trabajo de los agricultores. Como resultado, se necesitan grandes cantidades de fertilizantes para compensar la pérdida de fertilidad en el suelo y la disminución de su actividad biológica.
Sin embargo, teniendo en cuenta el elevado crecimiento poblacional, surge la necesidad de encontrar plantaciones productivas que, en poco tiempo y poco espacio, generen los recursos suficientes para abastecer la demanda actual. La Dra. Sarah Scriven, investigadora del Departamento de Biología de la Universidad de York señala que: «La palma es el principal cultivo de aceite vegetal más productivo del mundo y genera entre 6-10 veces más aceite por hectárea que cultivos como la soja o la colza. Cambiar a fuentes alternativas de aceite vegetal no permitiría a los productores proporcionar suficiente aceite para la creciente población mundial y tiene el potencial de causar aún más daño ambiental”.
Debido a la creciente deforestación en Borneo, la República democrática del Congo o Colombia, entre otros, las masas forestales están quedando aisladas entre sí, generándose un aislamiento de fauna y flora, muy perjudicial para la supervivencia de los organismos. Esto pone en manifiesto la necesidad de conectar estas áreas creando corredores ecológicos, para así permitir el movimiento de especies de áreas de bosque a otras.
Se ha observado que las plantaciones de palma aceitera proporcionan esta conexión tan necesaria entre los parches de vegetación. Los investigadores del Departamento de Biología de la Universidad de York sugieren a la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO) tan solo certifiquen como sostenible las plantaciones que conecten áreas con altos valores de conservación. Se estima que si las empresas cultivan en parches degradados y sin vegetación, las especies forestales estarían un 16% mejor conectadas.
Un ejemplo de esta conexión se observó en 2012, en Colombia, cuando una cámara capturó las imágenes de un jaguar y sus cachorros, atravesando una plantación de palma aceitera. Es necesario realizar más estudios al respecto, con el resto de especies, ya que, por ejemplo, se ha visto que los tigres de Indonesia evitan las plantaciones.
También hay que destacar el conflicto que se genera entre animales y agricultores. Especies como el elefante se alimentan de los dátiles de esta palma en épocas de escasez de alimento, amenazando así a la rentabilidad del cultivo. Por ello, estos animales están siendo envenenados desde hace varios años, produciéndose una drástica disminución de las poblaciones de elefantes entre envenenamientos y pérdida de hábitat por deforestación.
Ácido palmítico y salud
El aceite de palma es un ácido graso saturado cuyo consumo, en grandes cantidades, aumenta en un 24% las enfermedades cardiovasculares. Un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Harvard T.H. Chan, demostró que la reducción del ácido palmítico en nuestras dietas en tan solo un 1%, reduce el riesgo de padecer enfermedades de este tipo hasta en un 8%.
Otro estudio realizado en el Instituto de Investigación en Biomedicina de Barcelona, en un experimento realizado con ratones a los que se les inoculó células cancerígenas humanas, demostró que el ácido palmítico era de vital importancia. Con una dieta estándar, el 30% de los ratones desarrollaban metástasis; los alimentados con una “dieta de cafetería” rica en ácido palmítico, desarrollaron metástasis el 100% de los individuos.
A desconocimiento de muchos, la leche humana contiene ácido palmítico, concretamente beta-palmitato, que supone el 20-25% de los lípidos de la leche materna. Este ácido graso tiene un efecto positivo en el metabolismo del bebé, aumentando la absorción de calcio y de grasas, entre otros beneficios. Sin embargo, el ácido graso de la palma aceitera contiene principalmente alfa-palmitato, por ello, la leche infantil que se vende se intenta añadir beta-palmitato en las proporciones necesarias.
Además, entre los componentes del cuerpo humano, el segundo ácido graso más común es el ácido palmítico, que supone entre el 21-30% del almacén de grasa humano, de manera natural.
Entonces, ¿aceite de palma, si o no?
Es muy fácil contemplar lo que la prensa, telediario o redes sociales divulgan y crear una idea a partir de esa información. Para formar una idea sólida sobre algo, es fundamental informarse por medios fiables, sólidos y neutrales. Este análisis sobre el aceite de palma muestra las dos versiones de esta sustancia tan conflictiva en la actualidad.
La industria de la palma supone el sustento de millones de personas, además de ser un producto económico y rápido de producir, factores primordiales para la economía global actual. Está claro que la solución no es continuar con la tala de bosque natural para plantar palma y conectar parches. La solución estaría más enfocada a encontrar la forma en la que coexistan los paisajes agrícolas y la conservación de la biodiversidad. También lo más correcto sería comer más fruta y verdura local, y menos bollería industrial, así se reduce el consumo de aceite de palma y también de otros que sea igual o peores, pero menos “famosos”.
Déjate de tartas prefabricadas y hazte una en casa con la receta de la abuela, más saludable y más respetuosa con el medio ambiente.