
Las dehesas son agrosistemas, es decir, un ecosistema agrícola puesto que está manejado por el ser humano. Este agrosistema es tan importante en cuanto a valor natural y en cuanto a su aporte en la economía rural que está protegido bajo la Directiva Hábitats de la Unión Europea. Por ello, es necesario adaptar las labores que se realizan en este ecosistema para hacerlo más resiliente al cambio climático. Estas labores pueden ir desde la captación de agua en zonas de acumulación hasta la poda de los árboles, todo de la manera más natural posible, pero sin olvidar que estamos en un ecosistema muy alterado, así que tampoco hay que rasgarse las vestiduras si vemos una motosierra stihl cortando encinas o un tractor entrando a instalar y llenar bebederos de agua para los cerdos que viven en la dehesa.
Las dehesas son muy dependientes de la lluvia para su productividad. Debido al cambio climático, las precipitaciones se están reduciendo y las temperaturas aumentando, perjudicando gravemente a estos agrosistemas. Por ello, hay dos tipos de manejo que pueden realizarse para adaptar la dehesa a este clima cambiante. Por un lado el manejo de los pastos y por otro el manejo para mejorar la captación de agua.
Manejo del pasto para la adaptación al cambio climático de la dehesa
El manejo directo consiste en mejorar la capacidad productiva de la dehesa con el laboreo de los pastos y forrajes. Un ejemplo de ello podría ser la siembra de praderas para conseguir una mayor biodiversidad y así incrementar la calidad y la productividad de los pastos. Así se reduce la necesidad de consumir recursos externos a la dehesas y se mejoran las propiedades del suelo.
Otra medida a implementar sería el pastoreo adaptativo que consiste en respetar el tiempo de recuperación de cada tipo de pasto. Esto se consigue con una buena rotación que genera el descanso del pasto para que este maximice su productividad y calidad. Esto genera a su vez un aumento de materia orgánica en el suelo, conserva la biodiversidad y mejora la capacidad de retención de agua.
En periodos de sequía estival, donde la dehesa apenas tiene productividad, se suele recurrir a piensos para alimentar al ganado. En este caso, una medida a adoptar para hacer la dehesa más autosuficiente sería el cultivo de especies leñosas como fuente de proteína para el ganado. Estas especies leñosas pueden ser arbustos que requieran pocos recursos hídricos.
Dentro del manejo indirecto encontramos medidas como la realización de podas. Esto lo pueden hacer especialistas en trabajos forestales o el mismo agricultor. Estas podas, mediante un proceso llamado pirólisis, se transforman en biocarbones. El biocarbón se utiliza para nutrir los suelos y, además, mejora el secuestro de carbono del suelo a largo plazo y su capacidad de retención de agua y nutrientes.
Manejo para la escasez de agua que incrementa la resiliencia de la dehesa frente al cambio climático
Para solucionar el problema de la escasez del agua, muchos agricultores optan por usar líneas clave para captar mejor el agua de lluvia y evitar la compactación del suelo. También capturan el agua de las zonas de acumulación y la trasladan hacia zonas más secas.
En resumidas cuentas, para hacer que la dehesa sea más resiliente frente al cambio climático, hay que hacerla más autosuficiente y más eficiente con los recursos de los que dispone.