
Hace unas semanas, comencé a ver los dos primeros capítulos de uno de los fenómenos de esta cuarentena en Netflix: Rey Tigre. Es la historia de un excéntrico dueño de un zoológico privado en Oklahoma, que cuenta con una colección de grandes felinos y alardea de tener encerrados a animales silvestres, como símbolo de estatus y poder.
Esos mismos días, también leía el último informe de TRAFFIC (la red de monitoreo internacional más importante del mundo sobre tráfico de fauna) en el que se analiza el vínculo que existe entre el comercio y consumo de animales silvestres y el impacto en la salud humana, enfocándose en los futuros riesgos de esta actividad y en algunas medidas de prevención.
Para tener un panorama más claro sobre todo este contexto, es importante saber que el comercio ilícito de vida silvestre es uno de los cuatro negocios ilegales más grandes del mundo, moviendo alrededor de 22.000 millones de dólares al año, según los datos de la Wildlife Conservation Society-Colombia. De hecho, siendo el tráfico de grandes felinos uno de los más lucrativos, se estima que en la actualidad en todo el planeta existen menos de 4.000 tigres en estado salvaje en comparación con los individuos en cautividad, con más de 5.0000 ejemplares encerrados solamente en Estados Unidos.
Biodiversidad y salud humana, estréchamente relacionados
Nuestra relación con la naturaleza y fauna silvestre debe cambiar. No son nuevas las advertencias de la comunidad científica sobre el impacto de nuestra huella en el medio natural, por sus consecuencias en la vida silvestre y en la salud de las personas: el 70% de las enfermedades infecciosas emergentes de los últimos 40 años tienen un origen zoonótico.
Del mismo modo, hace menos de un año se publicó el informe más detallado hasta la fecha sobre el estado de la biodiversidad mundial, realizado por La Plataforma Intergubernamental Científica sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), en el que se afirma que existen 1 millón de especies en peligro de extinción a causa de la actividad humana.
La legislación respecto al tráfico de vida silvestre
Son importante los avances en control y legislación que se están ejecutando. Cada vez son más las acciones que la Interpol está llevando a cabo en conjunto con diferentes aduanas internacionales y en este sentido, el año pasado en la Conferencia de las Partes del convenio CITES se estableció, entre otras medidas, una fuerte restricción al comercio de elefantes africanos para evitar que terminen en zoológicos y se perjudique su conservación.
Sin embargo, el informe de TRAFFIC pone el foco en una mirada integral, confirmando la necesidad de acciones coordinadas no sólo en el ámbito de la conservación, sino también en el comercial y en la salud pública, conectando los diferentes organismos con competencias en dichas áreas. En España, a inicios del 2018 se aprobó el Plan de Acción contra el tráfico ilegal y furtivismo internacional de especies silvestres (TIFIES), cuyo alcance y desarrollo todavía no ha llegado a su totalidad.
¿En España se trafica con fauna silvestre?
Resulta llamativo pensar en España como un país importante en el comercio mundial de fauna y productos derivados, pero nos encontramos ante la puerta de entrada a Europa del tráfico de fauna silvestre, según el último informe de WWF, El negocio de la extinción.
España es el primer destino de pieles de reptil del mundo, por delante de Singapur, generando un gran problema de blanqueo para la comercialización legal de pieles hacia otros lados, ya que una buena parte de esas pieles pertenece a las mismas especies que luego se legalizan para su comercio, de acuerdo con los datos de la ONG. Es improbable imaginar primates en territorio español, sin embargo, según el informe, es el grupo de especies más traficadas en España después de productos derivados de elefantes. Las fronteras peninsulares se convierten así, en un gran canal de distribución para aves, mamíferos y reptiles.
La aprobación del Plan TIFIES es un gran paso para la lucha nacional e internacional contra este delito. No obstante, queda un largo camino en el que la coordinación entre diferentes instituciones es clave y sobre todo el aumento de recursos a través de los que actuar y prevenir. Las redes sociales, el sector cultural y un nuevo imaginario colectivo son algunos de ellos.
La nueva normalidad adoptada respecto al tráfico
El comercio ilegal de animales silvestres aparece en nuestro universo como algo lejano, como algo que ocurre en países africanos o asiáticos con elefantes u orangutanes. Pero productos audiovisuales como Rey Tigre, muestran hasta qué punto ha llegado la normalización del público cuando entra en contacto con grandes felinos en cautiverio. Y ahora, en este contexto de la Covid-19 en la que todo apunta a que la vida silvestre y los mercados abiertos de animales han sido un foco importante para la propagación del virus, la reflexión inmediata es pensar que ha sido esta actividad ilícita la que nos ha puesto ahora en cautiverio a todos nosotros.

La normalidad de nuestra relación física o cultural con el mundo salvaje se manifiesta de diferentes maneras, muchas de ellas seguramente de forma inconsciente debido a que no contamos con la información suficiente o con una educación ambiental adecuada.
Esta normalidad puede abarcar desde la falta de cuestionamiento al consumir series, películas o cualquier otro producto en el que aparezcan animales silvestres como mascotas, en zoológicos o como elementos cotidianos que coexisten con la presencia humana, hasta la exposición de estos animales como trofeos, peluches u objetos exóticos, cuando viajamos y nos tenemos que relacionar con la naturaleza.
Medidas para evitar estas acciones
En 2017, un informe de la World Animal Protection, mostraba una increíble cifra: en tres años, se habían incrementado un 292% los selfies con animales silvestres. Teniendo en cuenta el aumento de imágenes y usuarios de Instagram y otras redes sociales hasta la actualidad, el porcentaje de selfies de este tipo podría ser aún mucho mayor. Ese mismo año, Instagram creó un sistema de alerta para denunciar estas prácticas: al intentar subir una foto con un hashtag que fomenta el tráfico de fauna, la app mandaba al usuario automáticamente un mensaje claro y preventivo.
Países como Costa Rica o Nueva Zelanda han tomado medidas en este sentido, adoptando algunas decisiones de no trabajar con empresas que promuevan el comercio de vida silvestre o aprobando protocolos de comportamiento para visitantes en espacios naturales. Este enfoque resulta interesante al incluir también a los ministerios de turismo correspondientes así como a los organismos ambientales y de salud pública para trabajar conjuntamente en un problema que es multisectorial.
¿Qué nos depara el futuro si seguimos en esta línea?
No sabemos todavía qué va a suponer la nueva normalidad a la que estamos abocados inevitablemente, pero sí podemos imaginarnos una nueva normalidad resignificando nuestra relación con la naturaleza y toda la vida que alberga. Esta pandemia nos ha enseñado que esto es solo un gran aviso de lo que puede suceder en el futuro si no empezamos a mantener una distancia de seguridad real con el mundo salvaje. Hace unas semanas, uno de los científicos principales que trabaja en el siguiente informe IPBES, señalaba que futuras pandemias ocurrirán con mayor frecuencia si no se detiene el impacto humano en el medio natural, como la explotación de fauna silvestre, lo que ha creado una tormenta perfecta para la propagación de virus como el que estamos viviendo.
Luchar contra uno de los negocios ilegales más grandes del mundo es una tarea colectiva. Esperamos que la Declaración de Lima, resultado de la Conferencia de Alto Nivel de las Américas sobre el Comercio Ilegal de Vida Silvestre, realizada en Perú en octubre de 2019 y en la que participó también el gobierno español a través del MITECO, ayude a trabajar mejor en coordinación transnacional y a gran escala contra este crimen ambiental.
Hasta ahora hemos tenido a la mano el mejor antídoto para nuestra salud y la salud del planeta: la conservación de la naturaleza. Usemos este recurso para proteger la vida silvestre y asumamos nuestra responsabilidad como parte del patrimonio natural que nos rodea. Que la nueva normalidad se base en una mayor conciencia e información sobre nuestros bosques, fauna y ecosistemas para así poder protegerlos.

Luis Zari
Abogado ambiental e investigador que ha trabajado en proyectos de conservación y prevención del tráfico de fauna silvestre.